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Los psiquiatras insisten en que acciones universales de clasificación de salud mental serían beneficiosas para todos.

Hoy en día, su sueño se está haciendo realidad, con un grupo de asesoramiento presidencial conocido como La Comisión de Nueva Libertad para la Salud Mental que establece planes para realizar acciones de clasificación a segmentos importantes de la sociedad estadounidense, para localizar signos de enfermedad mental.

Para muchos, sin embargo, las acciones de clasificación de salud mental son ya un hecho de la vida. A los niños de padres adoptivos se les aplican rutinariamente acciones de clasificación y fármacos. Lo mismo sucede con nuestros hombres y mujeres uniformados.

Y ya hay planes para realizar acciones de clasificación y posiblemente dar fármacos a mujeres embarazadas y por extensión, a sus hijos que no han nacido aún.

Para poner en práctica el uso de los fármacos, los psiquiatras e investigadores financiados por once empresas farmacéuticas distintas han creado un diagrama de flujos paso a paso que requería que se recetaran los fármacos psiquiátricos más recientes y más caros a los pacientes con problemas mentales; y si eso no funcionaba, se aplicara el tratamiento de electroshock.

Con todo esto montado, ¿qué les pasa a los pacientes una vez diagnosticados y entregados a la máquina de medicación psicotrópica?