Inventando trastornos: Para obtener ganancias con drogas

Alguna vez has oído hablar de los siguientes trastornos mentales: trastorno de la lectura, trastorno de problemas de disciplina, trastorno de la expresión escrita, trastorno de las matemáticas, trastorno de intoxicación por cafeína, trastorno por abstinencia a la nicotina, trastorno de no cumplimiento con el tratamiento o “problema de abuso físico de niños” y “problema de abuso sexual de niños”?

Éstos son algunos de los 374 trastornos mentales que se clasifican en el Manual de Diagnóstico y Estadística para los Trastornos Mentales (DSM) de la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) y en la sección de trastornos mentales de la Organización Mundial de la Salud, Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD por sus siglas en inglés).

Descritos como herramientas para diagnóstico, el DSM y el ICD no solo se utilizan para diagnosticar enfermedades mentales y emocionales y para prescribir “tratamientos”, sino también para resolver batallas por la custodia de niños, casos de discriminación que se basan en una supuesta discapacidad psiquiátrica, fortalecer testimonios en tribunales, modificar la educación y mucho más. Es más, siempre que se busca u ofrece una opinión psiquiátrica, se presenta el DSM o el ICD y se acepta cada vez más como la última palabra en cordura, demencia y las llamadas enfermedades mentales.

La psicóloga canadiense, Tana Dineen, informó que “a diferencia de los diagnósticos médicos que dan la idea de una causa probable, un tratamiento adecuado y el pronóstico probable, los trastornos que se clasifican en el DSM-IV (y el ICD-10) son términos a los cuales se llegó por consenso de compañeros” (literalmente, un voto de los miembros de la APA) con especial intención de fines económicos.

El procedimiento de “ciencia por votación” es tan sorprendente para los legos como para otros profesionales de la salud, que han sido testigos de las reuniones de votación del DSM. “Los trastornos mentales se establecen sin bases ni procedimientos científicos”, comentó un psicólogo que asistió a las audiencias del DSM: “fue sorprendente el bajo nivel de esfuerzo intelectual. Los diagnósticos eran desarrollados mediante mayoría de votos al nivel que usaríamos para elegir un restaurante. Después es tecleado en la computadora. Puede que refleje nuestra ingenuidad, pero creíamos que se intentaría examinar esos temas en forma científica”.

En 1987, se votó por un “trastorno de personalidad derrotista” como etiqueta provisional. Como se empleaba para describir a personas “abnegadas”, en especial mujeres, que se supone escogen carreras o relaciones que es probable les causen desilusiones, el “trastorno” encontró tanta protesta de las mujeres que más adelante se votó para eliminarlo del DSM-IV.

Lynne Rosewater, psicóloga que asistió a una audiencia del DSM presidida por uno de los principales artífices del manual, el psiquiatra Robert Spitzer, informó: “tenían una discusión para encontrar un criterio sobre el trastorno de personalidad masoquista y la esposa de Bob Spitzer (una trabajadora social y la única mujer del lado de Spitzer en esa reunión) dijo: ‘a veces hago eso’ y él contestó: ‘muy bien, quítalo’. Vemos esto y pensamos: ‘espera un momento, ¿no tenemos derecho a criticarlos porque es una ‘ciencia’?”

La Dra. Margaret Hagen, psicóloga y autora de “Whores of the Court: The Fraud of Psychiatric Testimony and the Rape of American Justice” (Prostitutas del tribunal: el fraude del testimonio psiquiátrico y la violación de la justicia americana) es clara respecto al motivo real en el que se basa el sistema de votación del DSM: “si no puede llegar al diagnóstico, no puede enviar una factura”.

Según los Profesores Herb Kutchins y Stuart A. Kirk, autores de “Making Us Crazy” (Enloqueciéndonos), “con demasiada frecuencia, la biblia psiquiátrica nos ha estado volviendo locos… cuando tan solo somos humanos”. La “medicina amarga” es que el DSM ha tratado de ver como problema médico demasiados problemas humanos.

Kutchins y Kirk también afirman que la “gente podría tener un falso alivio de algún manual de diagnóstico psiquiátrico que impulse la creencia en la ilusión de que la dureza, brutalidad y dolor en sus vidas y en sus comunidades se pueden explicar con una etiqueta psiquiátrica y erradicarse con una píldora. Ciertamente, hay muchos problemas que todos tenemos y una enorme cantidad de formas peculiares en las que luchamos… para enfrentarlos. ¿Pero podría la vida ser diferente?”

Paul R. McHugh, profesor de psiquiatría de la escuela de medicina de la Universidad Johns Hopkins, afirmó que con el DSM, “se convence a gente impaciente e inquieta de que tiene un trastorno de falta de atención, a la gente ansiosa y vigilante de que sufre un trastorno por tensión postraumática, a la gente terca, ordenada y perfeccionista que sufre de un trastorno obsesivo-compulsivo, a las personas tímidas y sensibles de que manifiestan un trastorno de personalidad de evitar a los demás o fobia social. Han convencido a todos de que lo que en realidad son aspectos de su individualidad son, por el contrario, problemas médicos, y como tales, se deben resolver con drogas... Y lo que es más aterrador, dondequiera que esta gente mire, encontrara a psiquiatras dispuestos, e incluso entusiasmados, de ajustarlos… En su reciente encaprichamiento con remedios sintomáticos de apretar un botón, la psiquiatría ha perdido el camino no solo intelectual sino también espiritual y moral”.

En junio de 2004, John Read, conferencista jefe de psicología en la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, escribió: “cada vez más y más problemas se han redefinido como ‘trastornos’ o ‘enfermedades’, supuestamente causadas por predisposición genética y desequilibrios bioquímicos. Los sucesos de la vida se relegan a meros activadores de una bomba de tiempo biológica subyacente. Sentirse muy triste se ha vuelto un ‘trastorno depresivo’. Preocuparse demasiado es un ‘trastorno de ansiedad’. Excederse al apostar, beber, consumir drogas o comer, también son enfermedades. Así como comer, dormir o tener muy poco sexo. Ser muy tímido se ha vuelto ‘trastorno de personalidad de evitar a los demás’. Golpear a la gente es un ‘trastorno explosivo intermitente’. Nuestro Manual de Diagnóstico y Estadística para los Trastornos Mentales tiene 886 páginas de enfermedades de este tipo... Hacer listas de conductas, aplicar etiquetas que parecen médicas a la gente que se dedica a ellas y después utilizar la presencia de estas conductas para demostrar que tiene la enfermedad en cuestión no tiene ningún sentido científico. No nos dice nada sobre causas o soluciones. Sin embargo, crea la sensación tranquilizadora de que está sucediendo algo médico”.

La sociedad se ha basado en forma tan extensa en el DSM que ha adoptado el aura de hechos científicos. En la actualidad, millones emplean y creen en sus habilidades para diagnosticar, sin sospechar nunca que la teoría completa y el sistema mismo son fraudulentos. Estas personas corren el riesgo de tomar una dirección incorrecta e incluso fatal, en sus propias vidas o en las de otros.

Este informe, llena los enormes y deliberados vacíos que ha dejado la propaganda psiquiátrica con respecto a su afirmación básica hacia una popularidad “científica”, el DSM

Sinceramente,


Jan Eastgate
Presidenta
de la Comisión de Ciudadanos
por los Derechos Humanos Internacional

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