CCHR PROTESTA EN EL CONGRESO DE LA NEUROCIENCIA

CCHR Florida fuera del Hotel Hilton en Orlando antes de lanzarse a sus tres horas de marcha de protesta.
La Comisión de Ciudadanos por los Derechos Humanos de Florida hizo que se escuchara su voz en Orlando.

El Instituto de Educación de Neurociencia (NEI) celebró su Congreso Anual de Psicofarmacología en el hotel Hilton en Orlando, Florida, donde más de 1200 psiquiatras y trabajadores de la salud mental se reunieron para aprender “la ciencia y la eficiencia de las drogas psicotrópicas”, una actividad patrocinada por las farmacéuticas.

Pero para asegurar que su congreso fuese cualquier cosa menos tranquilo, el equipo de CCHR Florida llegó para protestar contra el drogado de estadounidenses y los efectos secundarios mortales de esas mismas drogas psicotrópicas. Los medicamentos para el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), uno por uno, tienen más de 40 advertencias en ocho países por sus efectos secundarios dañinos, incluyendo agresión, depresión y un aumento de las tendencias suicidas.

Al psiquiatra del NEI Stephen M. Stahl, se le pagan grandes sumas por prescribir drogas psiquiátricas. Recibió 1.2 millones de dólares por ser el que más recetas dio de un solo antidepresivo, Brintellix.

“La gente tiene que pedir una prueba de que estas drogas funcionan. No van a encontrar ninguna”, dice Diane Stein, Presidenta de CCHR Florida.

En consecuencia, el personal de CCHR y voluntarios tomaron las calles con carteles que proclaman: “La infancia no es un trastorno mental” y “Psiquiatría: ciencia basura y drogas peligrosas”.

Pasaban conductores y tocaban la bocina en señal de apoyo, un sheriff se paró para expresar su solidaridad, y uno de los transeúntes espontáneamente proporcionó agua a los manifestantes, que se manifestaron por más de tres horas. Otro bajó la ventanilla y gritó: “¡Que Dios os bendiga por lo que estáis haciendo!”.



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CUANDO SUS DROGAS NO FUNCIONAN LOS PSIQUIATRAS DESTRUYEN VIDAS CON ELECTROCHOQUE

Ken creció con un padre alcohólico que abusaba de él físicamente. Se le recetaron drogas psicotrópicas para la depresión a los 14 años. Cuando las drogas empeoraron las cosas, se le recetó otra, que solo agravó sus problemas.

Cuando tenía 21 años, Ken fue informado por un psiquiatra de que necesitaba una “terapia” de electrochoque. Dice que le habían dado tantas drogas que, en un estado de estupor, estuvo de acuerdo.

En el transcurso del siguiente año, Ken recibió 30 tratamientos de choque. Insistió en que parasen la terapia porque estaban destruyendo su memoria.

Ken estaba desorientado. Su padre tuvo que enseñarle a atarse los cordones de los zapatos. Cuando caminaba alrededor de la manzana por sí solo, se perdía. Su médico estima que había perdido unos 50 puntos en el coeficiente de inteligencia.

Ahora tiene 27 años y Ken tiene esto que decir acerca de los electrochoques: “No tengo ningún recuerdo de mi infancia ni del colegio. Aniquila tu pasado y tu futuro..., no puedo ir a la universidad. He olvidado cómo se lee y se escribe. Alguien me dijo que me asesinaron y agradecí que dijesen la verdad. Ha sido una pesadilla completa. Quiero hablar para impedir que la gente que lo haga”.

Ken es uno de los 100 000 adultos y niños estadounidenses que reciben electrochoques cada año. Cada uno tiene historias devastadoramente similares a la suya. Los sobrevivientes hablan de fuertes dolores, infelicidad, confusión, pérdida de memoria y la pérdida total de la independencia en la vida.

Y no solo está pasando en los EE. UU. Más de un millón de personas, incluyendo ancianos, niños y mujeres embarazadas, reciben electrochoques en todo el mundo cada año.

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