A dos soldados se les prescriben 54 drogas:
EL “TRATAMIENTO” DE LA SALUD MENTAL EN EL EJÉRCITO
SE CONVIERTE EN FRANKENFARMACIA
El protector de la salud mental, la Comisión de Ciudadanos por las Derechos Humanos (CCHR, por sus siglas en inglés: Citizens Commission on Human Rights), anuncia la segunda de una serie de cuatro partes escrita por la galardonada periodista de investigación Kelly Patricia O’Meara que investiga la epidemia de suicidios en el ejército y su correlación con el incremento dramático en las prescripciones de drogas psiquiátricas para tratar secuelas emocionales de combate. La segunda entrega examina la desastrosa experimentación química por parte de la industria farmacéutica-psiquiátrica en el ejército, que produce muertes súbitas inexplicadas, incluyendo la muerte del cabo Andrew White, de los Marines y la del aviador Anthony Mena, a quienes se les rescribió un total de 54 drogas, incluyendo Seroquel Effexor, Paxil, Prozac , Remeron, Wellbutrin , Xanax, Zoloft, Ativan, Celexa, Cymbalta, Depakote. , Haldol, Klonopin, Lexapro, Litio, Lunesta, Compazine, Desyrel, Trileptal y Valium.
La mejor forma de resumir los devastadores efectos adversos que las drogas psiquiátricas que alteran la mente podrían estar teniendo sobre el ejército de la nación, es con esta frase de la obra Dr. Frankenstein de Mary Shelley: “Nada hay tan doloroso para la mente humana como un cambio brusco y profundo”.
En la misma forma en la que el personaje ficticio, el Dr. Frankenstein, recurrió a los experimentos en el laboratorio para crear vida con resultados extraordinariamente horrendos, la comunidad psiquiátrica, junto con sus compinches farmacéuticos, ha recurrido a brebajes químicos modernos para alterar la mente humana. La consecuencia es lo que muchos consideran un número creciente de resultados igualmente terribles que culminan en muertes sin sentido, vidas atormentadas y familias agobiadas por el pesar.
Soldados del ejército de la nación se están suicidando en cifras récord y soldados que aparentemente están saludables están sufriendo muertes súbitas inexplicadas. Eso es un hecho. Sin embargo, los datos son claros, pues a pesar de la evidencia creciente que señala al enemigo entre nosotros, el monstruoso experimento psiquiátrico farmacológico continúa (véase Parte 1: Las drogas psiquiátricas y la guerra: una misión suicida).
Para comprender realmente la locura en la que se han convertido los servicios de salud mental del ejército, sólo se necesitan revisar unos cuantos casos antes de que se denuncie el horror de estos experimentos psiquiátrico-farmacológicos, destructivos y no ortodoxos. El cabo Andrew White, de los Marines y el aviador Anthony Mena son sólo dos ejemplos de la desastrosa experimentación química psiquiátrica-farmacológica.
El cabo White era un marine saludable, cooperativo, de 23 años de edad, que regresó después de estar nueve meses en Irak, quien al igual que muchos de sus compañeros de armas, padecía de tensiones aparentemente normales de la guerra: insomnio, pesadillas e inquietud. El joven cabo recurrió al sistema de salud mental del ejército para recibir ayuda. Después de unos pocos meses, el cabo White se convirtió en una persona irreconocible para su familia.
De acuerdo con la madre de Andrew, la señora Shirley White: “Él no podía funcionar”. La Sra. White explica: “Él era un zombi... era como si estuviéramos cuidando a un anciano”. El deterioro súbito y repentino del cabo White comenzó poco después de iniciar un tratamiento de drogas múltiples.
Entre los primeros brebajes farmacológicos del Departamento de Administración de Veteranos que se prescribieron al cabo White en marzo de 2007, está el Seroquel, o “Seromata”, como últimamente se le ha denominado, un poderoso antipsicótico aprobado por la Administración de Alimentos y Drogas (FDA) para tratar el trastorno bipolar y la esquizofrenia, junto con el antidepresivo, Paxil. Estas drogas psiquiátricas que alteran la mente ocasionaron el primer “cambio súbito” en la mente del cabo White.
La prescripción no autorizada de Seroquel (AstraZeneca) va acompañada de las siguientes reacciones adversas: arritmia cardiaca, alucinaciones, cambios de estado de ánimo, ataques de pánico, insomnio, inquietud y pensamientos o acciones suicidas. Estos son sólo unos ejemplos de más de cien efectos secundarios posibles.
La segunda parte del coctel farmacológico que se le prescribió al cabo White era el antidepresivo Paxil, un SSRI [selective serotonin reuptake inhibitor, inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, usado como antidepresivo] aprobado por la FDA para tratar síntomas del trastorno de estrés postraumático, TEPT, y que tiene su propia lista larga de efectos secundarios severos, incluyendo inquietud, insomnio y arritmia cardiaca; los mismos síntomas para los que el cabo White había buscado un tratamiento.
Ya que el Seroquel no estaba aprobado para tratar los síntomas del cabo White e incluía todos los severos efectos secundarios posibles de los que de hecho se quejaba White, uno tiene que preguntarse la razón por la que fue elegido como parte de este coctel que altera la mente y que el Departamento de Administración de Veteranos está utilizando. La respuesta podría encontrarse en la relación cómoda que existe entre los directivos del Departamento de Administración de Veteranos y la industria farmacéutica.
Matthew J. Friedman, el director ejecutivo del Departamento del Centro Nacional de Asuntos de los Veteranos para el TEPT, y profesor de psiquiatría y farmacología en la Escuela de Medicina Dartmouth, estaba en la nómina de AstraZeneca, el fabricante de Seroquel. Y mientras era consultor de AstraZeneca, Friedman fue uno de los cuatro autores de la Guía de la Práctica para el Tratamiento de Pacientes con Trastorno por Estrés Agudo y TEPT.[1] Además, como partidario de los medicamentos SSRI para tratar el TEPT, Friedman también formaba parte de las Juntas Científicas Asesoras del TEPT para GlaxoSmithKline y Pfizer, los fabricantes de los antidepresivos Paxil y Zoloft.[2]
A pesar de la creencia del Dr. Friedman de que los cocteles de drogas que alteran la mente “ayudan” a los que sufren de síntomas relacionados con el combate, los síntomas del cabo White no sólo persistieron sino que empeoraron y el Departamento de Administración de Veteranos, y los psiquiatras militares y civiles regresaron a sus laboratorios, convencidos de que su siguiente elíxir de drogas múltiples obtendría resultados notables.
Al parecer, los médicos y psiquiatras que atendían al cabo White trabajaban con una mentalidad retorcida de laboratorio, digna de un científico loco, que les hacía pensar: si este coctel de cinco drogas que alteran la mente no funciona, aumentemos la dosis y agreguemos drogas que no hemos probado. De un “cambio súbito” a otro. El problema es que mientras más drogas se mezclaban, se coordinaban y se aumentaban, más empeoraban los síntomas del cabo White.
¿Y cuál fue la explicación que se les dio a los padres del cabo White cuando cuestionaron a sus doctores respecto al deterioro de su salud? Su madre dijo: “Les preguntamos a sus doctores, pero sólo dijeron que ‘se necesitaba tiempo (para que las píldoras funcionaran)’”.
Pero el tiempo se le acabó al cabo White cuando once meses después de comenzar con su primer coctel de drogas que alteran la mente, murió mientras dormía debido a lo que el médico forense declaró que era una “sobredosis accidental de medicamentos”. Después de revisar la lista de drogas que alteran la mente que se le prescribieron al cabo White, algunos podrían preguntarse si “accidental” es una palabra, distorsionada en forma grotesca, que se refiere a negligencia, o tal vez a crimen. (Véase aquí la lista completa de las drogas que el cabo White había estado tomando).
Desde que tomó su primer coctel de drogas múltiples hasta la fecha de su muerte, al cabo White se le habían prescrito no menos de diecinueve drogas diferentes, muchas de ellas en dosis siempre crecientes, incluyendo antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos [para calmar la ansiedad], analgésicos y antibióticos. Las drogas prescritas, Metadona, Oxycodone, Paxil y Seroquel se encontraron en su cuerpo en el momento de su muerte.
Tal vez lo más impactante era que al cabo White se le habían prescrito 1600 mg de Seroquel, más del doble de la dosis máxima recomendada para un “esquizofrénico” o “psicótico”. El cabo White no era “esquizofrénico” ni “psicótico” y sin embargo, la dosis de Seroquel aumentó de 20 mg a 1600 mg en un periodo de once meses.
Shirley y Stan White no pueden probarlo, pero creen que lo que ocasionó la muerte de su hijo fue el coctel de nivel elevado de Seroquel y una o varias drogas que se le prescribieron. Debido a los cambios que han ocurrido en las prescripciones en el ejército y en el Departamento de Administración de Veteranos, puede haber cierta verdad respecto de estas sospechas.
En 2009, la FDA expresó preocupaciones acerca del Seroquel y en 2011, la agencia federal emitió nuevas advertencias para este antipsicótico ya que “puede estar asociado con un paro cardiaco súbito... en algunas personas que tomaban dosis elevadas de Seroquel”. Asimismo, las preocupaciones acerca de Seroquel y las muertes súbitas inexplicadas dentro del ejército, no han sido ignoradas por el alto mando en el Pentágono. En marzo de este año, el Mando Central de EE.UU. eliminó del formulario “aprobado” al Seroquel, pero no hay garantía de que no se continúe prescribiendo.
Los padres del cabo White creen que este es un buen primer paso, pero necesita hacerse más para detener la experimentación química en las tropas. Shirley White dice: “Los problemas reales de Andrew no comenzaron sino hasta que se le dieron medicamentos”. Demasiados padres tienen los mismos sentimientos que Shirley White, incluyendo a Pat Mena, que repentinamente perdió a su hijo, Anthony, en julio de 2009.
Anthony (Tony) Mena, de 23 años de edad, estuvo en Irak durante dos periodos, como parte del 377° Escuadrón de las Fuerzas de Seguridad de la Base Kirtland de la Fuerza Aérea. Como muchos otros que regresaban del combate, Mena padecía insomnio, inquietud y pesadillas... y al igual que el cabo White, Mena recibió tratamiento de médicos civiles, militares y del Departamento de Administración de Veteranos.
Mena también se quejaba de dolores severos en la espalda y en forma rutinaria, los médicos militares y del Departamento de Administración de Veteranos le decían que “todo estaba en su cabeza”. Resultó que, de hecho, “todo estaba en su espalda” y cuando a Mena se le recomendó que buscara ayuda fuera de la instalación militar, un médico civil le diagnosticó una condición médica muy real.
Sin embargo, para ese momento, Mena ya se había convertido en víctima del enfoque militar al tratamiento que recurre a drogas múltiples que alteran la mente. Entre enero de 2008 y su muerte en julio de 2009, a Mena le recetaron no menos de 35 drogas que se surten con prescripción, incluyendo numerosos antidepresivos, analgésicos, tranquilizantes y relajantes musculares.
El informe de toxicología reveló que Mena tenía en su cuerpo nueve diferentes medicamentos que se recetan con prescripción en el momento de su muerte súbita: Xanax, Ambien, Dilaudid, Fentanyl, Paxil, Remeron, Skelaxin y Desyrel. A pesar de las numerosas combinaciones de drogas que alteran la mente que se le prescribieron a Mena, no “mejoró”, sino más bien se convirtió en otro experimento psiquiátrico farmacológico que resultó mortalmente equivocado. (Véase aquí la lista completa de las drogas que Anthony había estado tomando).
Según Pat Mena, la madre de Tony: “Tony no murió debido al TEPT, murió debido a la combinación (el coctel) de las drogas que le dieron. Tony nunca mejoró y probaron casi todos los antidepresivos del mercado”. La Sra. Mena explica: “Ninguna de las drogas ayudó a mi hijo y eso es lo que yo les decía a los doctores. Les decía: ‘Ustedes le dieron un tranquilizante y no veo que se calme, le dieron un antidepresivo y no lo veo feliz, y tomó analgésicos y sigue teniendo dolor’”.
Al igual que Stan y Shirley White, los padres de Tony cuestionaron repetidamente a los médicos sobre la cantidad de drogas que su hijo estaba tomando y continuamente se les aseguró que “el tratamiento tardaba tiempo”. Pero al igual que White, al aviador Anthony Mena se le acabó el tiempo, y ninguna combinación de múltiples mezclas de drogas psiquiátricas farmacológicas puede revertir el tiempo.
Andrew White y Anthony Mena han llegado a ser parte del creciente número de soldados jóvenes aparentemente sanos que sobrevivieron los horrores de la guerra solo para regresar a casa para combatir, y perder, su batalla más difícil. Sus muertes no fueron suicidios. Más bien, ellos son parte de una lista cada vez más larga de muertes súbitas entre el personal militar, que muchos creen se debe a los ataques cardiacos súbitos producidos por los cocteles de drogas que se les prescriben. El Dr. Fred Baughman Jr. ha estado investigando estas cuestionables muertes y cree que el número mínimo que se conoce solo es la “punta del iceberg”.
Equipos de colegas médicos han analizado varios artículos sobre los crecientes riesgos de las muertes provocadas por ataques cardiacos súbitos relacionados con antipsicóticos y antidepresivos. El Dr. Baughman investigó los ataques cardiacos fatales de cuatro soldados que murieron mientras dormían. A los cuatro soldados se les habían prescrito Seroquel, Paxil y Klonopin para el tratamiento de TEPT. Estos soldados tenían veintitantos años de edad, no mostraban tendencias suicidas ni consumieron una sobredosis de drogas. Según el Dr. Baughman: “Se sabe que los antipsicóticos y los antidepresivos administrados solos o combinados causan ataques cardiacos repentinos”.
“No tiene sentido administrar drogas a los militares”, afirma el Dr. Baughman. “Cuando recibimos información de las familias”, explica el Dr. Baughman, “descubrimos que estos muchachos estaban recibiendo de cinco a quince drogas distintas al mismo tiempo. Si estos soldados están muriendo a causa de estas drogas y el ejército se niega a reducir su uso, esta es una situación escandalosa. Creo que sólo están diciendo que estos ataques cardiacos súbitos son suicidios y no creo que estemos empezando a ver las verdaderas cifras”.
El Dr. Baughman sigue investigando datos relacionados con Ataques Cardiacos Repentinos y está trabajando con las familias que tienen hijos e hijas que han sido víctimas del experimento de los cocteles de drogas múltiples. “El ejército”, dice el Dr. Baughman, “debe admitir su responsabilidad en relación a estas muertes”. Las familias de quienes han muerto también quieren respuestas y están trabajando para que este problema reciba la atención que merece.
Las familias de White y de Mena sienten una responsabilidad hacia sus hijos que les obliga a advertir a otros hablándoles de su experiencia con el sistema de salud mental de la milicia. Con la esperanza de que la historia de la espiral descendente de Tony pueda ayudar a otros, Pat Mena escribió un libro titulado: You’ll Be Fine, Darling: Struggling With PTSD After Trauma of War [Estarás bien, querido: la lucha contra el TEPT después del trauma de la guerra]. Los miembros de la familia White se oponen abiertamente al uso excesivo de drogas y han presionado al Congreso presentando información sobre los peligros de los medicamentos psiquiátricos que se prescriben a las tropas de la nación.
Debemos admirar la valentía de estas familias con la esperanza de que gracias a sus denuncias, logren que otros soldados se libren de la pesadilla de este horripilante experimento farmacológico. La milicia es una familia poderosa y puede encargarse de sus miembros.
Tal vez ha llegado el momento de que rompan su vínculo con la comunidad psiquiátrica-farmacológica, de que reconsideren los resultados de la experimentación farmacológica moderna y escuchen la advertencia de Mary Shelley en su libro, Dr. Frankenstein… “Han creado un monstruo y los va a destruir”.
Kelly Patricia O’Meara que fue reportera de investigación de la Revista Insight del Washington Times y ha sido galardonada, ha escrito docenas de artículos denunciando el fraude de los diagnósticos psiquiátricos y el peligro de las drogas psiquiátricas, incluyendo su innovador artículo de portada en 1999, Guns & Doses [Pistolas y Dosis], que revela el vínculo entre las drogas psiquiátricas y los actos de violencia sin sentido. También es autora del aclamado libro, Psiquiatrizado: Cómo la Psiquiatría Vende las Enfermedades Mentales y Fomenta Píldoras que Matan. Antes de trabajar como periodista de investigación, O’Meara pasó dieciséis años en el Capitolio como empleada del Congreso para cuatro miembros diferentes del Congreso. Tiene una licenciatura en Ciencias Políticas de la Universidad de Maryland.