Las Drogas Psiquiátricas y la Guerra:
UNA MISIÓN SUICIDA
La primera de una serie de cuatro partes escrita por la periodista de investigación Kelly Patricia O’Meara para la Comisión Ciudadana de Derechos Humanos investiga la epidemia de suicidios en el ejército y su relación con el dramático aumento de la prescripción de drogas psiquiátricas para el tratamiento de las secuelas emocionales de combate.
Imagina por un momento a un soldado que se le ordena pasar a través de un campo claramente identificado como minado, asegurado por su comandante de que está bien proceder porque es probable que no todo el mundo vuele en pedazos. La mayoría consideraría esto como nada menos que una misión suicida.
Los hombres y mujeres que sirven en las fuerzas armadas hoy en día tensos y cansados de la guerra, dentro o fuera del campo de batalla, se enfrentan con el equivalente de tal escenario a la hora de tratar sus secuelas emocionales. Ansiedad, insomnio, pesadillas, estrés y depresión están afectando a las tropas que sirven en la guerra más larga de los Estados Unidos no menos que aquellas que han servido en las guerras anteriores.
La flagrante diferencia en cambio, yace en el “tratamiento” que están recibiendo los soldados. Basado en los datos aportados por aquellos responsables por la salud y el bienestar de las tropas, parece que la farmacología ha remplazado a la piedad. Los días de la terapia de conversación, una especie de voluntad de ponerse en la piel del guerrero escuchando sus experiencias, han sido remplazados por la solución rápida de toma-una-píldora.
Pero estas pociones farmacológicas pueden estar produciendo consecuencias involuntarias, y la evidencia que se está apilando del uso cada vez mayor de los peligrosos medicamentos psiquiátricos puede alimentar la pira funeraria de los suicidas en el ejército y de otras muertes sin explicación.
De acuerdo a los datos recientes aportados por el Departamento de Defensa de EE.UU. (DoD), en los primeros 155 días de este año, 154 soldados se suicidaron, alrededor de uno por día, comparado a los 139 soldados que murieron en combate en el mismo período. Este es un increíble aumento de un 18 por cien respecto al año anterior y un increíble aumento de un 25 por cien del año anterior a este.
Aun así, lo más preocupante es que el aumento de los suicidios está ocurriendo en un momento en el que, con la retirada de las tropas de Iraq, las fuerzas de combate de EE.UU. se encuentran en un número significantemente reducido, acorde a la información del DoD, casi un tercio de los suicidios en el ejército ocurrieron entre aquellos que nunca habían entrado en combate.
Estos datos sugieren que la “epidemia” de suicidios en el ejército no es exclusiva de aquellos sufriendo lesiones por combate físicas y emocionales, así que uno tiene que preguntarse cuál es la causa del incremento de los suicidios... ¿cuál es el común denominador entre el personal militar que pueda ayudar a los altos mandos a combatir este enemigo aparentemente elusivo y no identificable? La información siguiente puede ofrecer una perspectiva.
Desde 2001 a 2009, el índice de suicidio en el ejército aumentó más de un 150 por cien mientras que la demanda de drogas psiquiátricas se elevó un 76 por cien a lo largo del mismo período y acorde a las Fuerzas Armadas del Centro de Vigilancia Sanitaria, los trastornos mentales eran la principal causa de la hospitalización de militares en servicio activo en 2007, 2009 y 2011, con casi 2 mil millones de dólares gastándose en drogas psiquiátricas desde 2001.
A pesar del enorme aumento en gastos para drogas psiquiátricas y el creciente número de profesionales de la salud mental reclutados para atender a las tropas, las “enfermedades mentales” siguen siendo la principal causa de hospitalización de tropas en servicio activo. Con tantos recursos siendo utilizados en esta cuestión de vida o muerte, tanto humanos como financieros, ¿por qué nadie está mejorando? Y más importante, ¿por qué están las tropas quitándose la vida a niveles récord?
El Dr. Bart Billings, Ph.D., un Coronel del ejército retirado y ex psicólogo militar y fundador y director del programa Asistencia Humana Equipo de Respuesta Rápida (HARRT), no tiene ninguna duda de que la causa de los suicidios entre las tropas es el resultado directo del uso de drogas psiquiátricas.
“Estoy seguro al 100%”, dice el Dr. Billings, “Lo he visto y he hablado con cientos de estos tipos. Estos medicamentos realmente interfieren con la capacidad del cerebro de normalizarse a sí mismo y ajustarse. Es difícil tomar una decisión sobre cómo recuperarte si tu cerebro no está funcionando como debería”.
“Es parecido a trabajar con alguien que esté borracho”, explica el Dr. Billings, “no vas a llegar muy lejos. Sería como si te hiciese girar unas 50 veces y entonces que te pida caminar en línea recta. No va a pasar. Estos medicamentos son una lobotomía química”.
¿Qué son los medicamentos a los que se refiere el Dr. Billings como “lobotomía química” que se están repartiendo a las tropas como balas mágicas de salud mental? Acorde al Departamento de Asuntos de los Veteranos, durante la última década, se han gastado casi 850 millones de dólares en Seroquel, un antipsicótico, prescrito a las tropas por trastornos del sueño, una cantidad de 6,6 millones de prescripciones.
La FDA aprobó el Seroquel para el tratamiento de la esquizofrenia y el trastorno bipolar, y aún así, el año pasado el ejército escribió más de 54 mil prescripciones de Seroquel, el 99 por cien de esas prescripciones se escribieron fuera de lo indicado, para trastornos que no están aprobados por la FDA.
Aunque lo más sorprendente es que en las instrucciones de uso del Seroquel se lista “Riesgo de pensamientos o acciones suicidas”, como uno de los “efectos secundarios graves” del Seroquel. Cualquiera con dos dedos de frente probablemente añadiría este dato a la columna de “aviso importante”.
Y, aunque los pensamientos y acciones suicidas están en la parte superior de la lista de riesgos asociados con el Seroquel, hay otros tan aterradores, incluyendo, pero no limitados a: alucinaciones, deterioramiento mental o cambios de humor (ej., agresividad, agitación, ansiedad, depresión, una sensación exagerada de bienestar, hostilidad, irritabilidad y ataques de pánico).
La pregunta que le viene a la cabeza al lector después de leer esta abreviada lista de riesgos, y que el mando puede encontrar prudente inquirir, es: ¿cómo va un soldado a saber si estas reacciones son suyas (por su supuesto trastorno) o en realidad están causadas por las drogas que alteran la mente? Y más importante todavía, cómo es posible que alguien (y menos un psiquiatra) sea capaz de determinar esto, teniendo en cuenta que no hay una base científica respaldando ninguno de los diagnósticos psiquiátricos. Llegado este punto, no parece del todo imposible que algún alto mando del ejército pudiese estar murmurando alguna barbaridad.
“Los psiquiatras no tienen ni idea de lo que están haciendo”, dice el Dr. Billings, “y es la psiquiatría la que dirige la salud mental en el DoD y en la VA. El DoD tiene que dejar de confiar en ellos”.
El Dr. Billings argumenta: “cualquier organización del mundo en la que su dirección está constantemente fracasando y perdiendo dinero, en este caso vidas, la despediría. ¿Por qué no se ha despedido a la psiquiatría? Son los responsables de la salud mental (en el ejército) y no han hecho nada para detener estos suicidios”.
“Si fuese un jefe de pelotón”, dice el Dr. Billings, “y movilizase a mi pelotón y cuando volviese tuviera un 50 por cien de heridos y el resto de jefes de pelotón estuviesen volviendo con un 5 por cien de heridos, me despedirían. Tendría que afrontar un consejo de guerra por negligencia. No están haciendo eso con la psiquiatría. He estado intentando convencer a la gente de que los psiquiatras no son nada más que traficantes de drogas legalizados, y están vendiendo drogas que no funcionan y en realidad matan a la gente”.
La información referente al incremento de narcotización de personal militar y sus familias parece respaldar las conclusiones del Dr. Billings. Las drogas antipsicóticas menos comunes, como el Seroquel (el cual está implicado en unas cuantas muertes de veteranos de combate y que se está llamando últimamente “Seromata”) y Risperdal, que ha visto el aumento más dramático, un salto de más del 200 por cien, con el gasto anual cuadruplicándose entre 2001 y 2011 de 4 millones de dólares a 16 millones de dólares.
A penas es un secreto que estas potentes drogas que alteran la mente causan exactamente los síntomas que se supone que tratan, ya que las drogas psiquiátricas que se están prescribiendo a los soldados se han estado escudriñando por mucho tiempo buscando las posibles reacciones adversas y ha sido información publica durante casi una década.
En 2007 la Administración de Alimentos y Medicamentos, FDA, actualizó sus advertencias gráficas de color negro de 2004, las advertencias más graves de la agencia federal, en todos los antidepresivos del mercado, los cuales son parte de los medicamentos cubiertos por el ejército y la VA. Parte de la advertencia de la FDA “Tendencia suicida y Drogas Antidepresivas: Los antidepresivos aumentaron el riesgo de pensamiento y comportamiento suicida (tendencia suicida), comparadas con un placebo, en niños, adolescentes, y jóvenes adultos en estudios a corto plazo de trastornos depresivos principales (TDP) y otros trastornos psiquiátricos...”.
Las advertencias de la FDA sobre el aumento potencial de conducta y pensamientos suicidas asociados con los antidepresivos y los antipsicóticos (la aparente columna vertebral del arsenal farmacológico de la psiquiatría en el ejército), le lleva a uno a preguntarse por qué, acorde con el psiquiatra de más alto rango en el ejército, Brigadier General Loree Sutton, el 17 por cien de las fuerzas en servicio activo y el 6 por cien de tropas desplegadas están tomando antidepresivos.
Aunque es más preocupante el hecho de que estos datos no representan el número de tropas a las que se les prescribe un cóctel de drogas psiquiátricas que alteran la mente, muchos creen que es un número alarmante, recibiendo literalmente múltiples prescripciones. Estos elixires mortíferos no hacen más que dar a los soldados la imposibilidad de identificar cuál de todas estas drogas que alteran la mente puede ser responsable por su conducta, posponer su recuperación o incluso peor, perjudicarles aún más o incluso matarles.
Tiene sentido que el alto mando del Pentágono quisiera evaluar toda la información disponible antes de decidir el plan de ataque apropiado. Después de todo, la preparación futura del ejército de esta nación está en juego. La simple verdad no se puede seguir ignorando. El ejército y la VA han incrementado dramáticamente el número de profesionales de la salud mental, a la vez ha habido un aumento dramático de las prescripciones de drogas psiquiátricas entre las tropas, los fondos para ambos están por las nubes y aún así, la salud mental de los guerreros de nuestra nación sigue deteriorándose.
Hasta que el mando del ejército no acepte que es posible que la comunidad psiquiátrica les haya superado en la táctica, los soldados de la nación se verán forzados a navegar por un peligroso y mortífero campo de minas como tratamiento, aterrorizados a cada paso que dan.
Kelly Patricia O'Meara es una antigua y galardonada reportera de investigación del Washington Times, Insight Magazine, que ha escrito docenas de artículos exponiendo el fraude del diagnóstico psiquiátrico y el peligro de las drogas psiquiátricas, incluyendo su innovador artículo de portada de 1999, Guns & Doses, que expone el vínculo entre drogas psiquiátricas y actos de violencia sin sentido. También es la autora del aclamado libro, Psiquiatrizado: Cómo la Psiquiatría Vende las Enfermedades Mentales y Fomenta Píldoras que Matan. Antes de trabajar como una periodista de investigación, O’Meara pasó dieciséis años en Capitol Hill como empleada del Congreso para cuatro miembros diferentes del Congreso. Tiene una licenciatura en ciencia política de la Universidad de Maryland.